jueves, 7 de octubre de 2010

Kaskabar


Kaskabar me odia.
Sí, lo sé. Sé que ahora mismo me odia. Sé que me considera una vendida. Sé que cree que soy una traidora. Sé que tiene razón. Kaskabar odia en lo que me he convertido, odia como me estoy comportando. Ella cree que soy solo palabras, que todo lo que en algún momento he dicho sobre mí, sobre lo que soy, sobre lo que creo; es mentira. Kaskabar piensa que todos mis principios no son más que un montón de palabras ordenadas en unas bonitas frases huecas. Kaskabar me odia porque ya no pienso en ella. Me odia porque ya no cuento con ella.
Kaskabar me odia porque ya no es parte de mí.
Kaskabar está olvidada, está enterrada, está sola en el fondo de mi memoria. Kaskabar era yo. Kaskabar era una parte de mí. Kaskabar era la fiera. La parte de mí que mordía.Kaskabar era todo lo malo que había en mí, era mí rencor, mí venganza, mí mal genio, mí crueldad… Era mis ansias de libertad, mí parte indomable, mí salvaje. La parte de mí que era como era y no iba a cambiar. Kaskabar era lo más magnífico que había en mí, lo más imponente. Yo estaba orgullosa de Kaskabar , me encantaba ser así.
Ahora sé que Kaskabar ya no es parte de mí. Es como si me la hubiera arrancado, cachito a cachito. He ido dejando atrás partes de mí que quería cambiar. Olvidando cosas que consideraba prescindibles. Sé que Kaskabar me llamaría cobarde. Sé que cree que me estoy humillando. Sé que se siente traicionada. Sé que tiene razón. Sé que se vengará. Sé que me lo merezco.
Mientras tanto intento acallar sus gritos diciendo que merece la pena. Que todo esto sirve para algo, que realmente quiero ser así. Pero Kaskabar no se va a callar. Seguirá gritando que no merece la pena. Que todo esto es perecedero. Kaskabar me pregunta a ver qué voy a hacer cuando pierda esto, cuando se acabe. Sabe que cuando eso suceda me quedaré tirada en una esquina, rota, y más sola que nunca. Porque ni yo misma estaré conmigo. Porque me estoy olvidando de mi misma. Porque me he traicionado. Porque no me merezco a Kas.
Lo sé. Sé que todo esto va a acabar mal. Pero no me importa. Yo me seguiré vendiendo hasta que no quede en mi nada que empeñar. Porque en el fondo solo soy una cria imbécil, que no sabe dónde se mete. O peor aún, lo sabe, y le da igual.

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