jueves, 16 de septiembre de 2010

Para quien aguante para verlo.

Supongo que cada cual tiene su fuente de inspiración. Cada cual saca las ideas de donde puede. Cada uno tiene sus musas.

Hoy me he dado cuenta de que mi musa es la ira.

Escribir es mi forma de canalizar la ira, de volverme menos peligrosa. Solo cuando estoy realmente furiosa puedo escribir de verdad, escribir lo que quiero. Sí, mi musa es la ira. Por eso lo único que sé escribir, lo único que me queda bien, es eso. Críticas. Insultos. Odio. Es lo único que me sale de dentro. Lo demás son todo sucedáneos de ideas.

Por eso cuando quiero escribir otra cosa, no me sale. Reconozcámoslo, se me da mal ser buena. Se me da mal hablar bien de la gente. Se me da bien dar las gracias. Se me da mal perdonar. Y hay veces que realmente quiero hacerlo. Realmente quiero escribir algo bonito. Realmente quiero decir un “te quiero” de cien palabras. Pero no me sale. Tengo que arrancarme las palabras, sacarlas a la fuerza. Soy incapaz de decirlas sin más.

Quizá es porque dentro de mi cabeza las cosas pasan diferente. Yo sé cuando quiero a alguien, y por ende ese alguien debería saber que le quiero. Por eso nunca lo digo. Hablar de sentimientos es una anomalía dentro mi cabeza. Es como si una parte de mi me tuviera prohibido hacerlo, aunque yo quiera. Como si aquel fuerte que construí hace tiempo, para protegerme, ahora se hubiera convertido en una cárcel. Una cárcel de la que no puedo salir, porque está dentro de mí.

Aunque aún me queda la esperanza de conseguir derribar los muros de mi prisión. No se si lo haré yo, o si alguien de fuera lo hará por mí. Yo lo intento, empujo la puerta con todas mis fuerzas. Ya se ha abierto un poco. Solo es una rendija, pero es más de lo que, a estas alturas, creía posible. No es suficiente como para salir fuera, pero sí para que entre algo de luz. Voy abriéndola poco a poco. Aunque hay veces en las que no me doy cuenta de que hay corriente y se me vuelve a cerrar. Hay veces que no me doy cuenta de que está cerrada. Estoy tan acostumbrada a mi fuerte que ya me parece algo normal.

En resumen: Tengo un problema. Yo una vez fui buena. Me hicieron volverme mala. Me volví mala. Me acostumbre a ser mala. Ya no consigo ser buena.

odiar. Sé ser cruel. Sé criticar. Sé amenazar. Sé ser mala. Se me da bien. Supongo que tuve que sacarme el alma para poder almacenar dentro de mi toda esta rabia. Y ahora lo bueno ya no me entra. Igual ya es tarde. Igual no. Ya se verá. Quien aguanté para verlo lo sabrá.

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